Algún día tenía que ser, pero uno no se resigna así facilmente a las ausencias. Yo no te veía ni trataba, pero sin embargo formabas parte de mi vida, casi diaria.
Compré los Discos Compactos de tu obra que ya tenía en acetatos o casettes, tengo tus libros de poemas y canciones tan a mano que sólo debo extender mi brazo antes de dormir para volver a disfrutar alguna frase, alguna idea, alguna palabra hecha música por tu talento.
Me da mucha pena tu muerte, pero vas a estar siempre cerca, muy cerca de mi corazón y de mi cabeza.
¡Gracias por todo, María Elena!
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